“Hilván”
Claudia Suárez Jansson
Selección Convocatoria Artes Visuales 2020:
desde el norte creando un nuevo Chile.
Un Hilván es una puntada de trazo largo que se usa para unir dos telas, provisionalmente, y armar lo que luego se habrá de coser.
Esta nueva propuesta expositiva, es parte de la selección 2020 de la Convocatoria Artes Visuales: desde el norte creando un nuevo Chile, presentada por Fundación Minera Escondida y Balmaceda Arte Joven.
Una obra contemporánea, actual y desafiante, que desde la intervención textil sobre lencería y el bordado, busca representar algunos cuestionamientos y desafiar algunas ideas o preconcepciones sobre lo que “debe ser” una mujer.
La exposición Hilván, de la artista Claudia Suárez, es el resultado de una investigación que entrelaza dos líneas de trabajo: por un lado el bordado y el arte textil, y por otro, la impresión de matrices de grabado. Incluye obras de series anteriores como Artrópodos y Labores del sexo, ilustración sobre tela e intervenciones con costura sobre lencería.
SERIE LABORES DEL SEXO IX. Bordado sobre tela.
Claudia Suárez ha hecho de su trabajo artístico una especie de bitácora vital, siempre en base a su propia biografía y a su entorno doméstico. Desde ese territorio personal ha llegado a uno político.
Aborda la temática de género para transformar nuestra percepción de lo natural. En sintonía con la idea de que “lo personal es político”, máxima usada por la lucha feminista desde los años 60 referida al control que las instituciones patriarcales ejercen sobre la vida de las mujeres, en especial en las esferas que se han llamado “privadas” y la frase “tu cuerpo es un campo de batalla” que la artista norteamericana, Barbara Kruger, cita como eslogan en una de sus obras más relevantes, apropiándose de las estrategias de la publicidad. En Hilván podemos ver que hay una toma de posición respecto de estos temas, y del cuerpo como campo post batalla y como territorio que debemos reconocer, para apropiarnos de nuestra naturaleza humana.
Con sus hilos, la artista conjura mágicos súper-poderes de reconstitución, al modo de las brujas de hoy y de siempre, ilustrando imágenes brujeriles como alas de insecto y gotas de sangre. Las técnicas que opera hacen referencia a elementos tradicionalmente “caseros”. Los oficios textiles son una matriz de acción en la que retoma quehaceres atávicos para repensar el presente, definiéndose en ellos desde lo anómalo, porque no usa esos hilos para zurcir roturas físicas sino para remendar heridas antiguas de las fibras sociales y los afectos que han habitado históricamente esas técnicas, esos materiales. Así ilumina lo que no se ve, o más bien lo que se nos impone esconder: lo íntimo, la enfermedad, los pliegues del cuerpo.
HORMIGUERO IX (Detalle), bordado sobre tela impresa con Ecograbado.
No es casual que el bordado y otros oficios relegados a las labores del sexo femenino sean retomados por artistas, para resignificarlos. En ese sentido, Claudia no trabaja sola sino con quienes buscan un espacio de sororidad y conciencia, y también con personas que no se identifican con las luchas sociales o la política: mamíferas somos todas. En su propuesta hay una resistencia ante la idea de que algo es femenino o masculino o esencialmente incorrecto, malo o feo en nuestra naturaleza sexual. La muestra llama a derribar fronteras racionales presentes en las oposiciones feo-hermoso, afuera-adentro, cuerpo-ropa. También desde lo formal, al bordar pezones en un sostén o sangre en un calzón opera una yuxtaposición que juega con las antinomias continente-contenido, presencia-ausencia. Es un juego nostálgico que se basa en un saber afectivo y práctico.
En el contexto del debate en torno a los derechos de la mujer no puede obviarse la exclusión de lo femenino: su invisibilización o la tergiversación de las ideas que defienden un lugar justo para las mujeres y por ende, para los hombres. La muestra Hilván exhibe una actitud insurrecta y reivindicatoria, pero más que un motín es una fiesta que busca celebrar lo femenino. Es una invitación a dejar fluir lo que debe fluir, y crecer lo que debe crecer, ya sea sangre, pelos o bichos, reales o metafóricos.
LABORES DEL SEXO VIII (Detalle), bordado sobre tela.
La sangre menstrual es un tabú, quizás uno de los últimos tabúes ¿por qué? el ciclo femenino, que replica las fases de la luna, debiera ser no solamente sagrado sino parte del diseño social, de las formas en que nos organizamos y educamos. Los insectos que conviven con nosotros entre lo que consideramos nuestra propiedad, no solo son ejemplo de resiliencia, transformación y reciclaje, sino que son esenciales para nuestra supervivencia, y no queremos verlo ¿hasta cuándo? nuestros cuerpos adultos tienen pelos, como la tierra tiene pastos y hierbas que guardan secretos sublimes ¿por qué no valoramos esos bosques diminutos? no queremos crecer, porque no queremos morir.
Quizás, aceptar pelos indeseados, la sangre y los bichos es un poco aceptar la muerte y otro poco celebrar la vida.
MONTAJE INSECTOS (Detalle), bordado sobre tela
Sin miedo de su propia fuerza, ni pudor de sus fuentes, la autora deshilacha su intimidad y la abre como las alas de los escarabajos, que están casi siempre escondidas, pero cuando se hace necesario, se despliegan y les permiten volar. Claudia Suárez no pretende resolver las preguntas que plantea. Las expone ilustrando lo que se oculta, ampliando lo imperceptible, mostrando puntos de fricción y de contacto. En la frontera entre lo privado y lo público (una exposición siempre lo es) ella hilvana género, observaciones y nudos para explorar qué resulta, y en eso, quien mira las imágenes que resultan de este proceso creativo, es imprescindible: tome posición y vea qué hay de usted aquí, de su historia, de su propio territorio.
María José Riveros, curadora de la muestra.
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