



En esta exposición el artista presenta una serie de esculturas que encapsulan su imaginario inspirado en la nostalgia de la infancia, profundamente arraigado en la estética de los robots. Sin embargo, éstos no derivan de la robótica o la ciencia ficción, sino de los juguetes populares de las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado que representaban a estos personajes icónicos. Alexis Díaz, quien ha trabajado con este referente a lo largo de toda su carrera, lleva ahora su visión al plano tridimensional con una serie de 25 piezas escultóricas que nos sumergen en un fascinante universo alternativo. En este mundo, los robots se presentan como deidades, cada uno con sus propias particularidades, pero todos unidos por su esencia terrenal: barro y madera.
Estos seres no solo evocan recuerdos de una infancia lúdica, sino que también nos invitan a reflexionar sobre el entorno compartido por el artista: desierto, salares, volcanes, quebradas y dunas. En este escenario, las figuras tecnológicas se entrelazan con la naturaleza, convirtiéndose en parte integral de ella. A través de su obra, Alexis Díaz nos impulsa a replantear la relación entre tecnología y naturaleza, un tema de creciente relevancia en el mundo contemporáneo. Su trabajo nos recuerda la importancia de cómo interactuamos con el mundo natural, sugiriendo que la tecnología, lejos de ser un ente separado, puede integrarse armoniosamente con los elementos naturales. Con su propuesta, Díaz nos plantea la posibilidad de equilibrar la innovación con el entorno, desafiándonos a explorar nuevas formas de convivencia entre el mundo de las máquinas y el paisaje que habitamos.
El uso de arcilla y madera en estas figuras une lo ancestral con lo futurista, estableciendo un diálogo entre la historia de la humanidad y sus visiones de lo que está por venir. Estos materiales cuestionan la noción de robots asociados al metal y plástico, reconsiderando cómo la tecnología y la naturaleza pueden coexistir y complementarse.
Este enfoque aporta una dimensión humana y terrenal a los robots, infundiéndoles calidez y vulnerabilidad a través de madera, objetos y arcilla. Estas figuras, habitualmente percibidas como frías y técnicas, se humanizan al recordar que son fruto de la imaginación humana. Con ello, Alexis Díaz cuestiona nuestras percepciones sobre los robots y nos lleva a repensar la relación entre la naturaleza, tecnología, historia, identidad, sociedad, mezclados en mundo posible
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