Las y los jóvenes llegaron hasta el Parque Juan López, donde cada establecimiento educacional tuvo equipos escolares que exhibieron iniciativas vinculadas a temáticas relevantes en materia ambiental para el territorio, reciclaje, reutilización, mediamente, energías limpias y soluciones basadas en la naturaleza, entre otros, integrando conocimientos adquiridos en el programa durante el año con acciones reales y aplicables en su entorno.
“En nuestra escuela tenemos un limonero de más de 30 años. A partir de él producimos aceite de limón y una crema que ayuda a regular a estudiantes con TDA, ya que el limón tiene efectos positivos en la concentración y el bienestar”, explicó Edgar Vicencio, estudiante de la Escuela Presbiteriana.
En tanto, Fernanda González, del equipo del Colegio San Patricio, destacó “En nuestro colegio reutilizamos la vestimenta institucional para darle un nuevo uso. Con esto no solo evitamos el desperdicio de ropa, sino que también aprendemos a cuidar el medioambiente y a ser más conscientes del impacto que generamos”.
El Programa Acción Climática tiene como propósito formar estudiantes conscientes y preparados para actuar frente al cambio climático, desarrollando habilidades verdes que les permitan comprender sus efectos y promover iniciativas sostenibles.
“Durante todo el año hemos desarrollado distintos talleres con el propósito de enseñar a los estudiantes qué es el cambio climático y cómo podemos actuar frente a él. A través de estas instancias, los invitamos a identificar desafíos en sus propios territorios y establecimientos educacionales, para luego transformarlos en propuestas o proyectos concretos. Hoy, en esta Feria por la Acción del Clima, vemos los resultados de ese trabajo, donde cada establecimiento está presentando su proyecto, compartiéndolo con otros compañeros y con la comunidad”, explicó Jenny Zepeda, Líder de Programas de Fundación Minera Escondida.
Esta formación temprana resulta fundamental en un contexto global donde la adaptación y la mitigación climática se vuelven cada vez más relevantes, especialmente en territorios como Antofagasta, marcados por condiciones ambientales desafiantes y la necesidad de avanzar hacia modelos de desarrollo más responsables.
En su cuarta versión, el programa ha consolidado un modelo educativo que articula a estudiantes, docentes y familias en torno a la construcción de comunidades más resilientes y comprometidas con el cuidado del medioambiente, promoviendo una cultura de sostenibilidad que trasciende las aulas y contribuye al futuro de la región.









