





“ Concomitantes ” invita al espectador a sentir cómo confluyen diversos elementos en la mirada de cada entorno y junto a ello; nos comparte la oportunidad de habitar una postura románticamente contemplativa frente a la naturaleza.
En la historia de nuestro continente, los pueblos precolombinos andinos emergen como creadores de un legado cultural rico y profundo, enraizado en las alturas de Los Andes. A su vez, el desierto de Atacama, con su aridez inquebrantable, actúa como un testigo silencioso, pero a la vez influyente, de la sabiduría que forjaron dichos pueblos. Es en esta interacción entre naturaleza y cultura, donde surge el punto de inspiración del artista Juan Eduardo, el cual indaga y representa la relación del desierto de Atacama y sus nativos.
“Concomitantes” surge como un conjunto de obras que se sumergen en las interrelaciones del paisaje, la fauna, la arquitectura y sus habitantes desde una visión romántica. Mostrando el diálogo entre los seres andinos y el desierto que radican, sumergidos en una atmósfera cálida y seca.
En el corazón de Sudamérica se extiende el desierto de Atacama, un paisaje desolado y vasto que desafía la imaginación. Conocido como uno de los desiertos más áridos del mundo, Atacama es un lugar de contrastes extremos, donde la vida florece en los rincones más inesperados. Sus brillantes salares, volcanes imponentes y oasis ocultos crean un paisaje surrealista que ha cautivado a exploradores y artistas por igual. Como persona y creador, Juan Eduardo no ha quedado indiferente a su presencia, y el haber crecido en dicho desierto ha influenciado su perspectiva y percepción de su entorno. Impregnando su obra con su fascinación por la luz y el color, convirtiendo al desierto de Atacama y sus cielos en uno de los motivos principales para sus lienzos, pudiendo proyectar así sus emociones más profundas.
Desde una mirada contemplativa y en equilibrio con la naturaleza, que la obra de Juan Eduardo aborda el diálogo entre la tierra y el cielo, inspirado en el legado y testimonio de los pueblos precolombinos. Generando composiciones donde predominan enormes cielos, y bajo éstos, misteriosas escenas en las cuales concomitan personas, animales y simbolismos precolombinos que invitan al espectador a descifrar lo que está aconteciendo.
La obra de Juan Eduardo nos evoca, de cierta forma, la estética del romanticismo, la cual buscaba capturar la sublime grandeza de la naturaleza, siendo esta la principal motivación para la creación. Es por esto que la figura y obra de William Turner es tan relevante para el artista nortino, pues Turner trascendió los límites de la pintura paisajística convencional para capturar la esencia misma de la naturaleza en constante cambio. Su obra, caracterizada por pinceladas audaces y una paleta de colores vibrantes, refleja una obsesión por la luz y el movimiento.
Las obras que conforman la exposición “Concomitantes” fueron realizadas evocando una postura romántica frente a la naturaleza, pues el artista nortino infunde en sus pinturas una sensación de pequeñez y admiración, ante la majestuosidad de los paisajes andinos y la atmósfera que los envuelve. Sus pinceladas y uso del color evocan la sensación de estar inmerso en la árida vastedad del desierto de Atacama. La obra del artista nos transporta al desierto donde la tierra se encuentra con el cielo en un abrazo eterno y nos envuelve, como si estuviésemos imbuidos de la misma esencia espiritual que inspiró a las antiguas civilizaciones andinas.
La influencia del desierto de Atacama en la obra de Juan Eduardo se manifiesta en sus representaciones de paisajes desérticos. En estas pinturas, captura la desolación y la belleza sobrenatural del desierto, utilizando contrastes dramáticos de luz y sombra para resaltar la aridez del paisaje. A través de su técnica, el artista logra transmitir la sensación de vastedad y soledad que define al desierto de Atacama, al mismo tiempo que revela su asombrosa capacidad para encontrar belleza en los lugares más inhóspitos.
La representación de animales en las culturas precolombinas de América es una faceta fascinante y multifacética que abarca una amplia gama de significados simbólicos y espirituales. Los animales fueron venerados, temidos, y reverenciados, reflejando la estrecha conexión entre los pueblos indígenas y la naturaleza que los rodeaba. No ajeno a la representación de animales, la obra de Juan Eduardo indaga en la rica tradición de representaciones animales en la pintura, escultura, cerámica y obras textiles de estas culturas, así como los símbolos y significados que derivaron de ellas.
Las civilizaciones precolombinas, desarrollaron complejas cosmologías en las que los animales ocupaban un lugar central. En estas culturas, los animales eran vistos como seres con poderes divinos, capaces de influir en los destinos humanos y actuar como intermediarios entre el mundo terrenal y el espiritual. Por lo tanto, las representaciones de animales en diversas formas artísticas no sólo eran expresiones estéticas, sino también manifestaciones de creencias religiosas y mitológicas profundamente arraigadas. Si bien el acercamiento del artista a este tipo de representaciones no es de tipo espiritual sino que desplaza el lugar del ser humano por imágenes de fauna en la postura contemplativa de la naturaleza, mientras que en sus escenas los humanos representan estados alienados, en representación de la sociedad actual.
Sobre el artista